Hemos rescatado un reportaje de XL SEMANAL fantástico que queremos reproducir aquí para desmitificar ciertos prejuicios.
EL HOMBRE QUE HA CAMBIADO EL NEGOCIO DE LAS `TOP´
Artículo de XL SEMANAL 25 DE JULIO
Así es la generación de `top models´ que ha impuesto las redondeces. No pasan hambre y ganan veinte mil euros al día. Olvídese de las modelos esqueléticas y demacradas. Hablamos con el gran artífice de esta revolución, Gary Dakin, y con sus orondas pupilas. El gurú de las tallas grandes advierte: las modelos XL están aquí para quedarse.
Hace unos meses, la edición francesa de Elle incluyó un reportaje con una de las estrellas de Dakin: Tara Lynn. Tara apareció en la portada vestida con un traje de Hermès haciendo gala de muslos rollizos. En las páginas interiores salía desnuda, con las piernas sobre los brazos de un gran sillón, con el ombligo visible, abundante en pliegues como un suflé de queso. Hubo quienes aplaudieron; otros dijeron que estas imágenes vienen a promover unos arquetipos tan poco saludables como los ofrecidos por las mujeres flaquísimas.
Con curvas, pero de aspecto delicado, Lynn posa para la sesión de hoy calzada con taconazos y bañador rosa. En su currículo constan sus medidas: 96-86-116. Tara Lynn confiesa que siempre ha sido rolliza. Insiste en que come de forma sana y que su cuerpo ha dado con el peso ideal (que se niega a revelarme). «Cuando era pequeña, de la noche a la mañana pasé de niña a mujer con mucho de todo. Hacer régimen nunca fue lo mío.» Lynn tiene 27 años, es una anciana para el mundo de la moda. Hace dos años trabajaba en un banco en Seattle. Ahora es contratada para posar por toda Europa. Y no parece que el éxito se le haya subido a la cabeza.
«No terminaba de creérmelo, la verdad –dice sobre su trabajo para Elle–. Tenía claro que las fotos causarían sensación… Pero no pensaba que fueran a publicarlas.» Aunque Lynn podría ser considerada como sobrada de peso por su índice de grasa corporal, lo curioso es que no me parece gorda. Tiene caderas anchas, pero también cintura. Al rato entiendo que la cosa tiene que ver con que se muestra contenta con su cuerpo. ¿Qué es lo que piensa exactamente de su físico? «Mentiría si dijera que siempre me ha gustado mi cuerpo –explica–, pero tanta publicidad lo hace todo más fácil. Mi cuerpo se ha convertido en objeto de culto.»
Esta estética más carnosa y voluptuosa se encuentra en las antípodas de lo que pasaba hace tan sólo dos años, cuando las modelos de las pasarelas de Londres, París, Madrid, Milán y Nueva York empezaron a ser criticadas por estar demasiado flacas. Nerviosos, los editores de las revistas se alarmaron por la posibilidad de que las protagonistas de sus reportajes, efectivamente, fueran demasiado esqueléticas y ordenaron que las imágenes fueran retocadas para disimular piernas de palillo, cabezas de alfiler y pómulos hundidos.
Las recientes fotografías de modelos exuberantes han causado tanta polémica como los huesos de cadera prominentes y los pechos cóncavos. A comienzos de año, la influyente publicación estadounidense V incluyó unas provocativas imágenes de modelos atestadas de pliegues de grasa. Las fotografías fueron diseccionadas y debatidas, encomiadas y vilipendiadas, atacadas por promover la obesidad y vitoreadas como la venganza de las mujeres con tallas normales.
«Muchos peces gordos de la industria se sintieron disgustados por las fotos–apunta Dakin–. ¡Muchísimos! Según decían, las chicas estaban gordas y resultaban ordinarias. ¡Y una mierda! Estas chicas están para comérselas.»
En un reportaje publicado por la misma revista, Crystal Renn aparecía fotografiada junto con la modelo de talla S Jacquelyn Jablonski. Las dos llevaban puestas las mismas ropas. «Renn parecía una diosa al lado de la otra», dice Dakin. Y es verdad. Renn tenía un aspecto fantástico, aunque algo después me explicaron que la mayor parte de las prendas no ajustaban bien por detrás (en la industria, hoy hay un debate sobre las muestras –las ropas que los diseñadores envían a los desfiles por adelantado–, que muchos consideran que son muy pequeñas, cada vez más pequeñas). Tara Lynn explica: «Me paso media vida paseándome vestida con ropas que me dejan el culo al aire. Son una maravilla, pero ninguna me viene bien. No es de extrañar que siempre me estén fotografiando desnuda».
Dakin, de 41 años, se ha pasado media vida tratando de insertar a las modelos de tallas grandes en el circuito comercial y finalmente lo está consiguiendo.
–¿Qué piensa de los que dicen que está usted comercializando un nuevo modelo extremo, que las imágenes de estas modelos son tan nocivas como las de las esqueléticas?
–Que no se enteran de nada. Nosotros no nos dedicamos a establecer ideales estéticos. Lo que hacemos es vender ropa. Y si una mujer no quiere que su hija vea unas fotografías así, problema suyo. Da lo mismo que esa mujer sea de talla pequeña o grande. Lo que debe hacer es criar una niña feliz, saludable y con la mente equilibrada, esforzarse personalmente y centrarse en la forma de conseguir todo esto. La industria de la moda no va a hacerlo por ella.
Chicas, Tara lleva una talla 46. ¿No es una belleza?
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